Los fundamentos neurológicos de la empatía y qué puede bloquearla

En este interesante reportaje a Giacomo Rizzolatti (que aparece en la imagen de la entrada) expresa los fundamentos neurológicos de la empatía (las neuronas espejo) y cómo puede ser bloqueada por determinadas ideologías. Sólo podríamos agregar que también puede ser bloqueada por el rencor.

Son cuestiones vitales a comprender acerca de nuestra capacidad de cooperar y de evolucionar positivamente hacia un mundo mejor o no.

Las guerras como involución de la plenitud de la vida

Lamentablemente la historia de la humanidad demuestra que, en algunas oportunidades, podemos involucionar. Una demostración de ello son las guerras que se libran en la actualidad. Entre las que se venían presentando con una forma más larvada es la que acaba de estallar en Gaza, entre Hamas e Israel. Sus principales caracteristicas han sido explicadas en notas como esta y las impresiones desde el lado israelí en entrevistas como esta o esta.

Analistas de la política internacional, señalan que -entre los elementos que la desencadenaron- ahora estaría el acercamiento de Israel a Arabia Saudita, y de este con Irán. También parecen haber jugado elementos de integrismo religioso. El futuro es es incierto así como sus ondas expansivas y salir de la lógica del «ojo por ojo y diente por diente».

Más allá del tablero de ajedrez de la política internacional, la situación en Gaza así como en otras partes del mundo, no se soluciona con el derramamiento de sangre sino con encontrar los caminos posibles de la paz.

La importancia de alejarnos de los distintos precipicios

Sabemos que los seres humanos no estamos exentos de tragedias o de caer en precipicios.

Precipicios hay múltiples y variados. Están los derivados de situaciones sociopolíticas como es el caso de EEUU, de la posibilidad de pasar de un régimen de alta inflación a uno hiperinflacionario como puede llegar a ser en el caso argentino próximamente, a que escalen guerras como las de Ucrania o el uso de armas nucleares, de no establecer códigos de ética en la inteligencia artificial (cada vez más evolucionada) o la derivada de no detener el cambio climático en curso.

Sobre esto último se ha referido el Papa Francisco en su Exortación Apostólica Laudate Deum sobre la crisis climática. El P. Luis Casalá la ha relacionado, en este video, con el Evangelio de Mateo 21, 33-46. Allí se hace referencia al precipicio al que estamos llendo por no poder detener el cambio climático (a pesar de que hay numerosas iniciativas en general y en particular en la UE), la incidencia del paradigma científico-tecnológico, el uso sin límites de los recursos naturales y su relación con el incremento de la desigualdad a nivel mundial (1).

¿Qué podríamos agregar sobre el ¿qué hacer para modificar esta situación?. Tratar de presionar a los gobiernos para que inviertan más en abaratar y difundir masivamente las energías renovables, las tecnologías limpias, y el reciclaje. No es solución lo que hizo hace un tiempo el gobierno de Francia de colocar un impuesto al uso de los combustibles fósiles que generó la revuelta de lo que se denominó los «chalecos amarillos«, y que se tuvo que retrotraer.

Tampoco es solución sostener un alto crecimiento económico que requiere de grandes insumos de energía. Es el caso de lo resuelto por el gobierno de China de incrementar el uso del carbón. En el mismo sentido Alemania o Canadá con el petróleo, por citar sólo algunos casos. Los líderes políticos son temerosos de que sus economías se ralaenticen a corto plazo (y por lo tanto el posible deterioro del sostén social que actualmente tienen) y por ello no ponderan de manera relevante las graves consecuencias de mediano y largo plazo que ya se están comenzando a sentir en la actualidad con el incremento de las temperaturas, las situaciones extremas de sequías e inundaciones, entre las principales.

La participación ciudadana para incidir en estos cambios es fundamental, así como todo lo que se pueda realizar en lo micro personal, familiar o de empresas, en el ahorro de la energía, en el cambio de hábitos de consumo y en el reciclaje (o economía circular). Debemos actuar con urgencia, en las múltiples dimensiones de este fenómeno.

(1) En esta nota dimos cuenta de posibles acciones a realizar, a las que debería agregarse esta a escala global. Ello debería estar acompañado del fomento de la economía ecológica.

La moneda digital argentina

El Ministro de Economía, Sergio Massa, anunció en el primer debate presidencial que enviará al Congreso un proyecto de ley que permita instaurar la moneda digital argentina. Han salido numerosas notas sobre este tema, como esta.

Numerosos países han anunciado que están estudiando este tema, otros (como Uruguay) han hecho algunas pruebas, y otros como la India lo han implementado y lo están ampliando. También lo implementó Venezuela, pero no han habido cambios significativos. Este último caso nos ilustra que, si bien tiene aspectos positivos, no tiene resultados mágicos sino se resuelven problemas de ordenamiento macroeconómico como los que viene teniendo desde hace tiempo la economía argentina.

 

La importancia de recapacitar

No siempre recapacitamos en nuestras vidas. A veces, el tropezarnos con una piedra es un motivo para recapacitar acerca del por qué sucedió eso, pero -en otras oportunidades- no lo hacemos y volvemos a tropezarnos con la misma piedra o con otra de manera reiterada.

Esto se lo puede abordar desde distintos enfoques, que pueden ir desde nuestra apertura mental, pasando por la posibilidad de interrogarnos y cuestionarnos a nosotros mismos, hasta la renegación del fenómeno y seguir reincidiendo indefinidamente. Entre las perspectivas para meditar esta cuestión se encuentra la cristiana a partir de este video sobre el Evangelio de Mateo 21, 28-32 que esperamos sea de utilidad para un abordaje profundo y fructífero.

¿Qué nos mueve a cooperar y bajo qué perspectivas?

Se ha escrito mucho sobre esta temática y desde distintas perspectivas. Sólo citaremos algunas fuentes y reflexiones, por si fueran de interés.

Respecto del tema del fundamento científico de la cooperación, es importante el aporte de Yuval Harari en su libro Sapiens. De animales a dioses, donde plantea que la humanidad ha evolucionado fundamentalmente gracias la cooperación, si bien ha habido mucha competencia (entendida como rivalidad). Esta línea de pensamiento también está expresada en los enfoques de la competitividad sistémica de Michael Porter. Para que una economía sea exitosa en la competencia, en su interior debe haber cooperación.

Una segunda cuestión está planteada en la película “Una mente brillante” (A beatiful mind), que relata la vida del matemático John F. Nash, ganador del premio Nobel de Economía en 1994. Hay una escena, donde él y sus amigos quieren conquistar a una señorita y todos se abalanzan hacia ella, produciendo el rechazo de la misma ante tal actitud. Se da cuenta que, si entre ellos no logran un acuerdo de cooperación para abordarla de manera diferente, no lo lograrán. Esto le da la chispa de iluminación para demostrar matemáticamente algo superior al enfoque de Adam Smith. Todo ello se da en un contexto personal de discapacidad mental por una esquizofrenia paranoide, con momentos de lucidez y un buen final.

También se puede citar que si uno pone en los asistentes de inteligencia artificial las palabras “juegos cooperativos”, les aparece fundamentalmente la teoría de los juegos y el equilibrio de Nash. Ello le da, sin duda, un gran fundamento científico.

Por último nos gustaría mencionar este reportaje a Robert Aumann, matemático y economista israelí-estadounidense ganador del Premio Nobel de Economía en 2005, por su trabajo sobre el conflicto y la cooperación a través del análisis de la teoría de los juegos repetitivos, explica la lógica de la interacción humana en el largo plazo, que puede aplicarse en múltiples áreas como: la economía, la ciencia política, la biología, etc.; pero su principal interés está en la guerra y la paz, y la destrucción del medioambiente. Una de sus ideas centrales es que “la gente coopera más en una interacción de largo plazo, que en las de una única vez”.

Allí se le pregunta, «tanto en la teoría de los juegos cooperativos como en la teoría económica en general, son muy importantes los “incentivos”, ¿cuán subjetivos son esos incentivos, cuánto influye lo subjetivo en la cooperación?.

Responde: «los incentivos no son subjetivos. Hay ejemplos muy simples de incentivos, y es que la gente trabaja y les pagan por hacer su trabajo, pero trabajar no es un incentivo, trabajar es cobrar. Pero un incentivo para esforzarse y hacer bien su trabajo es que, si hace muy bien su trabajo, lo ascenderán, ese es un incentivo para trabajar. Otro ejemplo de incentivo, un poco más complejo, todos queremos que se utilice menos papel, menos plástico, todas estas cosas son muy perjudiciales para el medioambiente, entonces, en Suiza vendían bolsas de basura por diez francos, es mucho dinero, son como diez dólares o algo así. Es mucho dinero para tirar la basura en una bolsa de plástico. Pero no recogerán la basura si no la pones en una bolsa de plástico, que cuesta diez francos, ¿qué incentivos crea eso? Crea un incentivo para producir menos basura. En otras palabras, no tirar tanto, eso hará que la gente compre cosas que no tengan mucho envoltorio. Esto también incentiva al fabricante a vender, por ejemplo, frutas, bayas o verduras sin mucho embalaje. Y que retroceda y cree sus incentivos, ese elemento tan importante. Otro ejemplo, el socialismo se construye sobre el lema de que a cada uno según sus necesidades y sus capacidades… debemos satisfacer las necesidades de todos en la mejor medida posible, y todo el mundo debería trabajar lo más duro y lo mejor que pueda, esa es una idea maravi-llosa. Lo suscribo con todo mi corazón y con ambas manos, sólo hay una pequeña cosa que está mal, que no funciona, eso es lo único que tiene de malo. ¿Y por qué no funciona? Por los incentivos, cada uno recibe según sus necesidades, y no tienes que trabajar porque si necesitas comer, alguien más te lo dará para que no tengas que trabajar, o al menos no tengas que trabajar muy duro, no tienes que poner ningún esfuerzo en ello. Entonces, es una idea maravillosa, pero no funciona porque la gente no trabaja. En China o en Vietnam, por ejemplo, en 1986, hace casi cuarenta años, con el gobierno comunista, con la economía socialista, la gente se moría de hambre. Entonces, el 1° de agosto, pasaron a una economía de mercado, su economía ya no era socialista y el gobierno seguía y sigue siendo una dictadura comunista, pero la economía es de mercado, no es una economía socialista».

Luego se le pregunta «siguiendo por la línea de la psicología también la ansiedad es un factor que puede ir en contra de la cooperación, porque finalmente es a largo plazo que las personas cooperan, ¿cuál es la importancia del tiempo presente?»

Responde: «La gente coopera porque les conviene cooperar, cada uno ayuda al otro, y de esa manera todas las personas involucradas en la cooperación ganan, porque todos ayudan a los demás, pero ¿qué hace que la gente coopere? Que se hacen el bien unos a otros porque, incluso si en este momento no obtienen nada a cambio, esperan que si ayudas a otro, en el futuro, cuando necesites ayuda, también la recibirás. Entonces, vale la pena ayudar a otras personas que coope-ran porque cuando necesites ayuda, ellos te ayudarán, y te ayudarán porque esperan que tú les ayudes en el futuro, esa es realmente la cooperación, cuando lo miras a largo plazo, es realmente algo egoísta, es bueno para ti».

Es muy posible que esto último que dice Aumann esté influenciado por la creencia en la llamada «regla de oro«, y más en general por la idea de ciclo y de  reciprocidad del «hoy por tí y mañana por mí». En el caso del cristianismo, y más particularmente en lo que se refiere a qué nos mueve a ser solidarios, si nos inspiramos en lo que dice la parábola del buen samaritano, podriamos afirmar que es a una minoría a la que se le «retuercen las entrañas» (o tienen una gran sensibilidad) frente a un prójimo al que no se considera como cercano.

No hemos transcripto toda la entrevista a Aumann, que invitamos a leer completa. Ojalá sea como dice él y otros prestigiosos pensadores. Ello nos da esperanza para ir construyendo un mundo mejor, a pesar de las guerras, el cambio climático, los peligros derivados de una inteligencia artificial sin códigos éticos o regulaciones apropiadas, entre las principales amenazas que tenemos como especie humana.

PD: La imagen de la entrada nos ilustra sobre la cooperación en las hormigas, que es extensiva a las abejas, los delfines, y muchos otros del mundo animal. Seguramente está presente en toda forma de vida o de lo que -para los creyentes- es la lógica de la Creación.

¿La vida es juego?

Muchas personas dirán que la vida es algo muy serio. Otros que debieran predominar relaciones de empatía, de fraternidad, de justicia, de amor… y no meramente de intereses y menos aún relaciones de poder.

Hay quienes dicen, como Teresa de Calcuta (en la imagen de la entrada) que la vida es un juego. En este mismo sentido ha escrito Irene Vallejo una nota en el diario El País, que nos animamos a transcribir a continuación:

«Con el tiempo averiguaste que la palabra “escuela” procede del griego scholé que significa “ocio, tiempo libre”. Nuestros antepasados pensaban que las horas de estudio son un recreo para uno mismo, frente al trabajo que te pone al servicio de un amo o del dinero. En latín studium se traduce por “afición, mimo”. Y la voz ludus, de la misma familia que la ilusión, servía para nombrar a la vez el juego y la escuela. En la división entre descanso y tareas, aprender pertenecía el terreno de la libertad y la diversión.

La escuela antigua no siempre supo estar a la altura de ser risueño ideal pero ya Sócrates y los sofistas entendieron la enseñanza como disfrute y diálogo. Con su afilada ironía el filósofo ateniense se mofaba de la educación pomposa y sus diálogos interpelaban a la gente entre bromas por las calles o en el ágora. Su método excluía  el miedo o la ansiedad. Siglos más  tarde Epícteto se interesó por las por las elecciones del juego.

Que la vida iba en serio lo comprendió muy pronto. Nació esclavo de un amo cruel cuyas palizas le provocaron lesiones duraderas. Consiguió la libertad y se dedicó a ser maestro de pensamiento. Cuando en el año 93 el emperador Domiciano decidió expulsar de Roma a los filósofos y matemáticos se instaló en la ciudad de Nicòpolis, donde subsistió pobre y solo. Sin embargo sus Disertaciones aconsejan afrontar cada tarea con la perfección del más hábil jugador y, al mismo tiempo, esa distancia que sentimos hacia el balón. “A ninguno de los contendientes les importa la pelota como un bien o mal, sino que les importa tirarla y recibirla. En eso reside la armonía en eso reside el arte, la rapidez, la maestría”. Epicteto señaló una paradoja esencial: necesitas cierta ligereza para jugar con solidez. En los grandes campeonatos quienes se muestran agobiados por el acontecimiento, obsesionados por la victoria, pierden brillo, gozo y alborozo. Aceptar con alegría el riesgo del error permite explorar la mejor versión de cada persona.

Nuestra obsesiva cultura del éxito, detesta la derrota, cuando es la higiene básica de la partida. Este empecinamiento añade una presión innecesaria que destruye la libertad de experimentar y arriesgar. El pensador estoico hubiera aborrecido como una forma de esclavitud mental esta obstinación por los resultados académicos y los implacables expedientes impecables.

En esta época de grandes desafíos, ansiedad creciente y medios menguantes, quienes se dedican a la enseñanza deben afrontar cada día auténticos ejercicios de equilibrio y malabares. Para que su trabajo no se convierta en un campo de batalla sino de juego —como querían los antiguos— necesitan apoyo y recursos. Hemos colocado sobre sus hombros una enorme responsabilidad y nos corresponde ofrecerles deportivamente confianza compañerismo y cordialidad sin olvidar que “escuela” significa “recreo”.

El ensayo clásico de Johan Huizinga, Homo ludens, explica que jugar no es lo contrario de seriedad, como muestra la concentración de los ajedrecistas. De hecho implica un orden que lleva al mundo imperfecto y la vida confusa a una perfección provisional. La mínima desviación estropea todo el juego, le hace perder su sentido. Si se incumplen las reglas se deshace el mundo imaginario.  

Aprendemos más cuando el puro placer nos hace olvidar que estamos aprendiendo. Con suerte conseguimos ser niños con los años: tal vez sólo deberíamos tomar en serio lo que nos haga sonreír».

PD: Se agradece a Mirta Vuotto la referencia. En este blog nos hemos referido a la importancia del juego para un mundo mejor en esta entrada.

 

¿Cuántas veces debo perdonar, según la perspectiva cristiana?

Perdonar no es fácil. También se transforma en un interrogante que le plantea Pedro a Jesús en el Evangelio de Mateo 18, 21-35.  Jesús le responde que siempre y luego se lo detalla en una parábola. Para quien esté interesado en la reflexión sobre esta temática y este texto puede mirar este video.

Ojalá que sea útil para el discernimiento y la transformación personal.

 

Los significados del silencio

Los seres humanos tendemos a simplificar y darle un sentido únivoco a un término, una actitud, un enfoque… Pero habitualmente tienen más de un significado. Es el caso del silencio.

Entre los muchos signficados posibles está la no escucha (¨taparse los oídos»), encontrarnos en un estado de perturbación o angustia (v.g. la pérdida o enfermedad de un ser querido o propia) por el cual solo podemos estar en silencio, el desinterés o la indiferencia por el otro o por la escucha interior, encontrarse en un estado de meditación (en linea con la imagen de la entrada), la escucha en silencio… entre muchos otros significados.

Ojalá podamos abordar el silencio sin prejuicios y darle un sentido transformador al mismo. Ello puede contribuir a ir construyendo un mundo mejor.

PD: Esta temática se aborda en canciones como «El silencio es oro» (agradezco la referencia a José M. Diaz Bonilla).

La relevancia de la humildad

La humildad es una virtud que está asociada a la madurez y a la sabiduría. A ella se hace referencia en la Biblia, y en el Evangelio es explicítamente mencionada con la equivalencia del término mansedumbre y a la promesa de heredar la Tierra. No podrán heredar la Tierra quienes rivalicen por el poder (cada vez mayor) o no tengan la sabiduría de cuidarla.

Hay muchos textos interesantes que hacen referencia a ella, y nos permitimos transcribir uno de Irene Vallejos (1). Así lo expresa: «En tu adolescencia, te diagnosticaron timidez aguda. A tu alrededor, escuchabas la receta triunfal de aquellos jóvenes sobradamente preparados: tienes que saber venderte. Te empujaban a practicar el arte del currículo inflado, la seguridad arrolladora, la pose fingida de éxito. Estamos en la selva, esconde tu fragilidad, disfrázala de insolencia. Frente al error, arrogancia. Comernos el mundo, pero nunca tragarnos nuestras propias palabras. Así nos impulsan a hacer de la necedad virtud.

De esos peligros no nos salva el orgullo, sino un coctel burbujeante de humor y humildad. La antigua palabra latina humilis deriva de humus, “tierra”. Significaba estar abajo, en un peldaño inferior del escalafón, sin privilegios ni pedigrí. No haber nacido arriba, arrogantes. El cristianismo dignificó el concepto, y en su imaginario se convirtió en la virtud opuesta a la soberbia: “Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán la tierra”. El cielo estará, después de todo, entre el barro. No olvidemos que el humus o mantillo, en términos geológicos, es la capa que enriquece la naturaleza, la fertiliza y la hace crecer. La humildad también puede ser fértil, como conciencia de la propia ignorancia, de nuestros desastres, tropiezos y tonterías, como apertura a aprender. Las limitaciones nos hacen humanos —otra palabra de la misma familia—. Nada germina en piedra sólida, mientras la tierra frágil alimenta el cultivo y la cultura.

En Indiana Jones y la última cruzada, el arqueólogo más carismático triunfa porque sabe que no es oro todo lo que reluce. Su misión consiste en encontrar el Grial antes que los nazis, para evitar que Hitler alcance gracias a él la vida eterna. Tras superar pruebas y trampas, llega al escondite donde un espectral caballero de la Primera Cruzada custodia el cáliz sagrado, escondido entre muchas copas falsas. Indy no se deja tentar por las orfebrerías suntuosas, incrustadas de joyas. Toma en sus manos la más modesta y susurra: “Es la copa de un carpintero”. “Has elegido sabiamente”, concluye el achacoso guerrero.

El filósofo Sócrates, adalid del conocimiento dialogante, solía derrotar a sus adversarios atribuyéndose un perfil bajo. Se presentaba como el más ignorante; iba descalzo a todas partes y bromeaba sobre su mayúscula fealdad; siendo maestro se comportaba como un discípulo. Era alguien que tenía las dudas muy claras. Astutamente, prefería reconocer sus errores antes de que otros los exagerasen. Creía que el proceso de aprender desafía a la vanidad, que no se detiene a pensar porque está ocupada en alardear.

También en los relatos folclóricos y en los mitos acaban triunfando, tras un largo camino de aventuras y formación, las criaturas repudiadas. Los héroes al principio sufren burlas y desprecio, los llaman Bobo, Mudito, Cenicienta, Iván el Tonto o Patito Feo. Las historias protagonizadas por el personaje más joven y en apariencia más inepto ofrecen al niño —que se siente torpe frente al complejo mundo adulto— alivio a sus miedos, consuelo y esperanza.

Nuestros tiempos narcisistas nos bombardean con nuevos cuentos de hadas, una invasión del pensamiento positivo que, en las redes y en la publicidad, lanza al aire la purpurina de sus eslóganes. Eres perfecta como eres. Porque tú lo vales. Empodérate. La felicidad es cuestión de actitud. En su sagaz ensayo El murmullo, Belén Gopegui disecciona la autoayuda como género de ficción que gira en torno al yo investido de una autoestima desafiante, obviando las causas del malestar y sin enfrentarse nunca al abuso de poder. Propone como antídoto la confabulación, “ponerse de acuerdo con otras personas, recurriendo a narraciones compartidas, unirse para no dominar, aplastar o dejar caer a personas iguales o en peor situación”. Sin humildad, el yo ocupa todo el espacio disponible y solo ve al prójimo como objeto o como enemigo. Se conoce el carácter de alguien observando cómo trata en el día a día a la gente corriente, a quienes no son poderosos y no pueden favorecerle. Para ponernos en el lugar de otros, la vanidad debe bajarse del pedestal. Como escribió C. S. Lewis, no es humilde quien piensa de sí mismo que es poca cosa, sino quien piensa poco en sí mismo.»

(1) Agradezco la referencia a Mirta Vuotto.