El factor demográfico: el envejecimiento de la población y la diáspora africana

Hacer pronósticos a la largo plazo en este mundo VICA (Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo) es muy difícil, por no decir imposible. Más aún con la aceleración del cambio científico-tecnológico, el cambio climático en curso, y la guerra de Ucrania que no sabemos cuándo y cómo puede terminar, por citar los principales elementos a tener en cuenta.

De todos modos hay personas que construyen escenarios vinculados a cuestiones como la evolución demográfica. Tal es el caso de esta nota sobre “Cinco reglas para un mundo que envejece”. Para quienes no tienen acceso a la misma, y dado que se cita la fuente, se la transcribe a continuación:

“Hay dos tipos de personas en el mundo: las que creen que el desafío que definirá el siglo XXI será el cambio climático y las que saben que será la escasez de nacimientos, la crisis de población, la vejez del mundo. Ese tipo de comienzo de columna es rehén de la suerte. Si me equivoco, puede que se cite de forma sombría o burlona en futuros libros de historia con Nueva York bajo el agua y Texas inhabitable.

Pero es importante que la gente rara más obsesionada con la demografía que con el clima, siga insistiendo, porque cualquiera sea el verdadero equilibrio de riesgos entre ambos, el equilibrio relativo está cambiando.

En los últimos quince años, algunas de las peores hipótesis de cambio climático se han vuelto menos probables que antes. Al mismo tiempo, diversas fuerzas, especialmente la crisis del Covid, han hecho descender más rápidamente la tasa de natalidad, adelantando rápidamente la era de la vejez.

La prueba más reciente es la noticia conocida la semana pasada de que la población china se redujo por primera vez desde el Gran Salto Adelante, hace más de 60 años. El declive se preveía desde hace tiempo, pero hasta hace poco se preveía que llegaría en la década de 2030; sin embargo, ya está aquí, en tanto la tasa de natalidad china alcanzó un mínimo histórico en 2022.

Eso significa que, justo cuando China surge como una cuasi-superpotencia, se asoma a un oscuro futuro en el que envejecerá y se estancará antes de terminar de enriquecerse. Entretanto, variantes de esa sombra se ciernen ahora sobre la mayoría de los países ricos y muchos de ingresos medios: amenaza de esclerosis generalizada, pérdida de dinamismo e innovación y una lucha de suma cero entre una población jubilada engrosada y una juventud sobrecargada.

Las protestas masivas de la semana pasada en Francia por el plan de Emmanuel Macron de elevar la edad de jubilación de 62 a 64 años fueron un anticipo de ese futuro.

De modo que vale la pena reflexionar sobre algunas reglas para la era de la decadencia demográfica: tendencias a las que prestar atención, principios que separarán a ganadores de perdedores, pautas para cualquiera que busque dinamismo en un mundo estancado.

Regla nº 1: El mundo rico necesitará una redistribución de prestaciones de los viejos a los jóvenes.

En las últimas décadas hemos visto muchos casos en los que se demostró que los tecnócratas se habían equivocado en sus presunciones: desde la creencia generalizada de que necesitábamos reducir el déficit casi inmediatamente después de la crisis financiera, hasta el optimismo imprudente sobre los efectos del libre comercio con China.

Pero en un mundo que envejece, el deseo tecnocrático de reformar las prestaciones a la vejez será cada vez más fundamental y correcto… siempre que el ahorro pueda utilizarse para facilitar a los jóvenes formar una familia, abrir una empresa, ser dueños de una vivienda. Y los países que encuentren la forma de realizar esa transferencia con éxito acabarán muy por delante de los que se hundan en la gerontocracia.

Regla nº 2: La innovación no es suficiente; el reto será la aplicación y la adopción.

Si se quiere crecer en un mundo que envejece, se necesitan avances tecnológicos. Pero como señalaba el economista Eli Dourado en un artículo reciente sobre los efectos de la nueva tecnología de inteligencia artificial, los grandes cuellos de botella no siempre están en la invención en sí, sino en la puesta a prueba, la infraestructura, la implementación y las trabas normativas. Y dado que las sociedades envejecidas y acostumbradas a hacer las cosas de determinada manera pueden ser más proclives a dejar los nuevos inventos en el cajón, eliminar esos cuellos de botella podría ser el principal desafío para los innovadores.

Regla nº 3: La guerra terrestre chocará con los límites poblacionales.

Esta dinámica ya se observa en la guerra entre Rusia y Ucrania. Los esfuerzos de movilización del presidente ruso Vladimir Putin no son lo que presumiblemente serían si su imperio tuviera más jóvenes. Ucrania, con tasas de natalidad inferiores incluso a las de Rusia, se enfrenta a un agravamiento de su crisis demográfica si la guerra se prolonga durante años. Lo mismo ocurrirá en Taiwán y otros puntos conflictivos: incluso donde las ambiciones estratégicas militan a favor de la guerra, el dolor de cada baja se agravará dramáticamente.

Regla nº 4: En el reino de los ancianos, un poco más de juventud y vitalidad vendrá muy bien.

Esto es cierto a escala internacional: los países que logren mantener o aumentar su tasa de natalidad cerca del nivel de reemplazo tendrán una ventaja de largo plazo respecto de los países que caigan en una fecundidad de reemplazo a medias al estilo de Corea del Sur. Y lo mismo ocurrirá dentro de cada sociedad: para predecir cuáles serán los estados y las ciudades más dinámicos de Estados Unidos y las tradiciones e ideologías religiosas más influyentes, hay que buscar los lugares y los grupos más amigables no sólo para los jóvenes, sino también para los jóvenes que tengan hijos. (Además, seguramente tendremos muchos más vecinos amish.)

Regla nº 5: La diáspora africana reconfigurará el mundo.

 Cuanto más rápido se produzca el envejecimiento en el mundo rico y de ingresos medios, más importante será el hecho de que la población de África siga rumbo a alcanzar los 2.500 millones en 2050 y a llegar a los 4.000 millones en 2100.

El desplazamiento de incluso una fracción de esa población probablemente sea la transformación mundial más significativa del siglo XXI. Y el equilibrio entre el éxito de la asimilación, por un lado, y la desestabilización y la reacción violenta, por otro, contribuirá a decidir si la era del declive demográfico terminará en revitalización o en colapso.”

Son todos elementos a tener en cuenta y para encarar positivamente a escala global y nacional, si queremos ir hacia un mundo mejor.

Cambio de época

Mucho se viene escribiendo sobre el cambio de época que estamos viviendo. En esta nota se menciona sólo a dos referentes: «Larry Fink y Emmanuel Macron. El primero, director general de BlackRock, gran conocido de los argentinos por administrar el mayor fondo de inversiones del mundo, dirigió en febrero una carta a sus accionistas advirtiendo que “la invasión rusa de Ucrania ha puesto fin a la globalización que hemos vivido durante las últimas tres décadas».

La segunda cita, la del actual Presidente francés, que declaró en junio, luego de una reunión de gobierno, “el fin de la era de la abundancia”.

Tal vez el concepto de globalización estaba esperando solo el momento de que lo enterraran, ya que su ocaso es un parte de un fenómeno que comenzó luego de la crisis económica del 2008, producto de un aumento de los proteccionismos y de las tensiones comerciales entre distintos países».

También podríamos agregar a Tony Blair y a muchos otros que lo analizan desde distintas perspectivas. Una muy buena síntesis se presenta en este artículo de Carlos Pérez Llana. Se refiere a que el mundo de Davos es pasado y que nos permitimos glosar (citando la fuente y respetando a la misma): «Dos mil kilómetros separan a Davos de Kiev. La distancia es corta, pero en verdad poco importa la geografía, se vive un cambio de época donde lo más relevante es la guerra. Basta observar que el único dirigente del G7 que participó en el reciente Foro fue el canciller alemán Olaf Scholz, acosado porque la OTAN le reclama que facilite el envío a Ucrania de tanques germanos.

Las convocatorias de Davos durante años se convirtieron en una cita obligada. Para los empresarios equivalía a una ONU de los negocios, para los Jefes de Estado, su presencia suponía vigencia. El horizonte insuperable de la globalización se expresaba, cual oráculo, en una idea pasteurizada: la cooperación.

La invasión a Ucrania hoy significa la negación de la utopía nacida en las montañas suizas. Cuarenta años de globalización han llegado a su fin. El discurso obituario es una suma de fenómenos disruptivos: Covid; guerras; conflicto chino-americano; regreso de la inflación; energía cara, etc.

En síntesis, para entender el cambio de época hay que observar la profundidad del reequilibrio entre lo local y lo global. Como bien lo viene sosteniendo, en el Financial Times, R. Foroohar, la globalización de régimen único desapareció y el sustituto podría ser, en principio, la regionalización o la balcanización con agendas centradas en la transición energética y en la confrontación tecnológica. Y en ese marco se destacan dos modalidades de guerras: comerciales y tecnológicas.

En ambos casos no hay reglas: las Naciones Unidas y la Organización Mundial de Comercio se encuentran en “modo pausa”. Importa la fuerza, no las reglas, y Ucrania es el testimonio del retorno a una geopolítica darwinista: desaparecer es el riesgo. En paralelo se fueron desvaneciendo los sistemas democráticos: según el Instituto V-Dem -Univ. de Goteborg- el 70% de la población mundial vive en autocracias y para el Freedom House, sólo el 20% viviría bajo el imperio de la libertad.

La apuesta de Davos a una globalización lubricada por el libre comercio quedó superada. El proteccionismo se legitima, en la era del tecno-nacionalismo, en base a criterios de seguridad y constituye un arma de guerra insoslayable donde los EE.UU. y China constituyen la centralidad.

Desde el año pasado Washington posee dos “armas de destrucción masiva” que le permiten obstaculizar el acceso de China a los semiconductores sofisticados ( la “Chips and Science Act”) y la subvención que protege a los sectores ligados a la transición energética ( “Inflation Reduction Act” ). Las restricciones comerciales de la era Trump, fueron superadas cuando la gestión Biden optó por reindustrializar a los EE.UU.

Europa y China están al tanto de los peligros y desafíos: Europa puede salir de la historia, porque la apuesta de la Unión está armada sobre el comercio, particularmente Alemania, y en China renació el “dilema de Malaca”, que marcó la primera debilidad estratégica de Beijing por su dependencia de las importaciones de petróleo del Medio Oriente a través de las vías marítimas.

Xi no ignora que en la cadena de suministro de semiconductores, sus empresas participan sólo con el 6% del mercado, frente al 39% de los EE.UU, el 16% de Corea del Sur y el 12% de Taiwan, (Chris Miller, “Chip War”, Scribner 2022). La dependencia china de países/empresas aliados de Washington (Holanda, Japón; Corea del Sur y Taiwan) es notable, de allí la remisión a las importaciones de petróleo: un bloqueo medido en bytes es más grave que un bloqueo naval en el Océano Indico.

A través de oleoductos y gasoductos China se liberó de la restricción marítima, buscando proveedores seguros como Rusia y los países aliados del Asia Central y la Organización de Shangai. La Ruta de la Seda en gran medida se explica en base a la realidad de la vulnerabilidad energética.

Ahora, Beijing está advirtiendo el designio de la nueva concepción estratégica americana: construir una nueva Gran Muralla tecnológica para rodearla. La vulnerabilidad china es notable en este campo: muchos datos se almacenan y procesan con semi conductores importados.

Este nuevo diseño implica un proteccionismo renovado que se expresó en el impulso americano para la creación del Consejo de Comercio y de Tecnologías (CCT) en el año 2021. La idea consiste en securitizar las cadenas productivas y también incluye la prohibición de exportaciones sensibles hacia países no-amigos.

Este transformado “estado del mundo” sumó en los días previos al Foro de Davos tres noticias relevantes. El pronóstico de crecimiento de la economía mundial para el 2023, elaborado por el Banco Mundial, refleja una realidad que suma incertidumbre y fragmentación: en el 2023 la economía mundial crecería el 1,7%. Tres motores del crecimiento se han frenado: EE.UU; Europa y China, y según The Economist, 53 países estarían al borde del default.

El “mundo de Davos” es el pasado: la Agenda Internacional, los protagonistas y las prioridades han mutado. El único punto donde la cooperación, la clave de bóveda del “espíritu del Foro”, podría concitar interés radica en la cuestión ambiental.

Pero la realidad orienta los debates y las preocupaciones hacia otras demandas, más centradas en la lógica de los antecedentes. El paraíso perdido de la globalización todavía ejerce una influencia decisiva, es un velo ideológico que impide observar un cambio de época que se inició en Ucrania.”

Una cuestión muy relevante y a tener en cuenta. Ojalá podamos transformarla en la dirección de un mundo mejor.

 

¿Cuál es el lugar en el mundo para un país? El caso de Inglaterra

A todos los seres humanos nos cuesta encontrar nuestro lugar en el mundo, o un sentido de nuestra existencia.

A los países también. A la Argentina le cuesta (como hemos intentado reflexionar en esta nota), a otros países del mundo… y en esta entrada intentaremos plantear algunos enlaces que pueden ser de utilidad sobre el caso de Inglaterra. Un país que fue un imperio, tal como sabemos y se muestra en documentales como este o este.

Tal vez esto último, junto a su carácter insular, su fuerte relación con EEUU, la fuerte inmigración que sufrió (en especial de Polonia, pero no sólo) en un momento determinado cuando era parte de la UE, la manipulación de la opinión de una parte de la población a través de la empresa Cambridge Analitica y el rol de líderes como Boris Johnson para optar por el Brexit, entre otros elementos, han marcado un derrotero sin dirección clara.

Ello está bien explicado en esta nota, a comienzos de 2023. Esperemos que surjan liderazgos que le permitan encontrar un lugar armónico en el mundo. Ello es válido también para el resto de los países, donde -en especial las grandes potencias- tienen un rol clave para diseñar una globalización más equilibrada, sin búsqueda de hegemonías, que nos permita converger hacia un mundo mejor. Es imprescindible y urgente.

La relevancia de una buena articulación económica

Sabemos que las situaciones caóticas no nos llevan a buen puerto. La economía en general, y la política económica en particular es un buen ejemplo de ello. En esta nota se hace una reflexión, que se espera sea de utilidad.

El cambio climático y ¿quién es el enemigo común?

La temática del cambio climático ha sido abordada en este blog en distintos artículos, tal como se puede visualizar en el Indice Temático.

En esta nota se lo desarrolla en línea con la imagen de la entrada. Esperamos sea de utilidad.

El deporte como una danza expresiva de la alegría

Según esta fuente, «la  Real Academia Española, en su Diccionario de la lengua española, define deporte como una «actividad física, ejercida como juego o competición, cuya práctica supone entrenamiento y sujeción a normas»; también, en una segunda acepción, más amplia, lo define como «recreación, pasatiempo, placer, diversión o ejercicio físico, por lo común al aire libre».Por otra parte, la Carta Europea del deporte lo describe como: «Todas las formas de actividades físicas que mediante participación organizada o no, tienen como objetivo la expresión o la mejora de la condición física y psíquica, el desarrollo de las relaciones sociales o la obtención de resultados en competición de todos los niveles».

En su dimensión de juego, en este blog lo hemos presentado en sus dimensiones de aporte hacia un mundo mejor, así como actividad reparadora de situaciones indeseables.

En la historia de la humanidad ha tenido otras facetas, como forma de dominio o alienación fomentada desde el poder de turno (expresada en la frase “pan y circo”) para no abordar los verdaderos problemas, hasta la idolatrización de figuras exitosas en diferentes deportes.

En el video, al pie de esta nota, se le ha colocado música (un vals) a un gol que le hizo Argentina a Polonia, que ilustra como puede ser una especie de danza de un equipo de futbol frente a otro (que solo se defiende) y provoca alegría en simpatizantes del primer equipo. Finalmente con excelente trabajo en equipo, humildad, buena dirección técnica y liderazgo de Messi se consagraron campeones del mundo (1).

(1) Sobre el fenómeno cultural que implicó ello es interesante esta nota y sobre sus implicancias esta.

 

 

 

 

Lo relevante y significativo que es ser agradecidos

En esta entrevista que le hace Agustina Lanusse al reconocido monje benedictino David Steindl Rast, señala que los datos hablan por sí mismos. Recientes investigaciones internacionales (como las de las Universidades de California y de Miami)  confirman que, las personas que son agradecidas viven mejor. Rinden más en el trabajo.

La nota continúa diciendo que «otra investigación realizada por científicos chinos valoró la cantidad de agradecimiento que la gente mostraba en su cotidianeidad. Los especialistas encontraron que, los niveles más altos de gratitud se asociaban a una mejor calidad de sueño, y a escalas más bajas de ansiedad y depresión. Si los beneficios de vivir agradecidos son tan contundentes, ¿por qué nos cuesta tanto sentirnos satisfechos y conformes con nuestra vida?

El hermano David Steindl Rast, monje benedictino austríaco de 96 años, que viaja por los cinco continentes predicando la gratitud como estilo de vida asegura: “La presión de la publicidad a la que estamos expuestos y la creencia de que teniendo más seremos felices, nos generan expectativas que, al no cumplirse, nos conducen a grandes frustraciones. Podemos tener cualquier cosa que deseemos, pero si no podemos estar agradecidos por ello, no seremos felices”.

Más adelante se le pregunta «si la ciencia certifica que ser agradecidos nos aporta salud y felicidad, ¿por qué vivimos con la sensación de que nada es suficiente?

La presión de la publicidad, y la creencia de que teniendo más seremos felices, nos generan expectativas que, al no cumplirse, nos llevan muy a menudo a grandes frustraciones. Todos lo hemos vivido en carne propia. Esos sueños de querer más no nos han llevado ni remotamente a estados de mayor bienestar. ¿Quién no ha experimentado, que luego de conseguir, con muchísimo esfuerzo algo material, en lugar de disfrutarlo, inmediatamente quiere algo nuevo, porque por ejemplo, al ver a su vecino con el último modelo de celular, siente que lo necesita? Por otro lado, también nuestra mirada constante hacia el largo plazo nos desconecta de la posibilidad de sentirnos plenos ahora en este preciso momento. Todo debe aumentar y seguir creciendo. Más, más y más. Se entiende al progreso como la condición más importante para lograr la felicidad.

Pero gracias al progreso muchas más personas en este planeta viven mejor ¿o no?

Sí, pero la idea de evolución constante es nueva, no es equivocada ni mala, pero nos ha llevado por un camino peligroso con aspectos y consecuencias no deseadas. Es el Zeitgeist, el espíritu de la época. Existen palabras claves que identifican a la sociedad occidental actual: Progreso. Más es mejor. Lo nuevo es mejor que lo viejo. Necesito más. Hay que producir sin cesar sino la economía se desmorona. Tenemos una mirada y una valoración enfermiza en fuga hacia el futuro, escapando del momento presente. Huyendo del aquí y ahora. Desperdiciamos la oportunidad que tenemos ya, en este preciso instante, de responderle a la vida plenamente. No mañana ni pasado. Ahora. Disfrutando y agradeciendo lo que sí hay y está ocurriendo.

Me parece muy bonito uno de los nombres que se le da a Dios en el antiguo testamento: “El Shaddai”, traducido por los rabinos judíos como el señor de lo “Suficiente”. No se necesita más que lo que la Vida nos da en cada momento.

¿No puede ser naif o irresponsable esta mirada que deja todo librado a lo que va ocurriendo hoy sin planificar el mañana?

En Occidente muy a menudo tomamos por sentado que solo puedes tener una vida exitosa si tienes todo calculado, cada detalle de tu vida. Somos el capitán de nuestro barco e ideamos el recorrido exacto. Sin la más mínima oportunidad para quedar librados al destino o la sorpresa. Incluso los padres tienen planes concretos para sus hijos. Hemos perdido el disfrute por la sorpresa que significa interactuar libremente con la vida. Con pocas expectativas, pero con infinito entusiasmo. El encanto de comprender que a cada segundo podamos preguntarnos cuál es el próximo paso que el camino nos propone. ¿Qué nos está ofreciendo hoy? Porque avanzamos como si pudiéramos controlar cada detalle de los que nos ocurre. Y eso nos ha llevado a perder la confianza. La gratitud presupone una actitud esperanzada, confiada e incondicional en la vida. Más allá de lo que nos pueda suceder.»

Más adelante indicó que la palabra clave es «gratitud», y le pregunta: «usted suele decir que no es la felicidad la que nos hace ser agradecidos, sino que ser agradecidos nos hace felices. ¿Cómo es esto?:  Se puede sintetizar de esta manera. Podríamos tener cualquier cosa que deseemos profundamente en este mundo, pero si no podemos estar agradecidos de tenerlo, no podremos ser felices.

¿Cómo se puede ser agradecido cuando uno está experimentando el dolor, la muerte, la separación, el conflicto o la enfermedad? ¿No es esto una utopía?

Si nos toca atravesar el dolor, la muerte o la enfermedad, no debemos esperar estar contentos. Por supuesto que no. Pero estoy convencido de que incluso en las peores situaciones uno tiene la posibilidad de elegir confiar en la vida. Esto es lo que se llama la “opción fundamental”. Elegir creer y esperar o no hacerlo. Cuando eso no ocurre, cuando aún no podemos, debemos repetírnoslo mil veces. Si confiamos en la vida, incluso durante los momentos de mayor angustia, podremos descubrir la oportunidad que esa vivencia nos ofrece. Esto nos habilita a optar por ella. Y encarar la realidad de una manera creativa. En cambio, si optamos por victimizarnos, terminaremos en un callejón sin salida. La elección más valiente y novedosa es simplemente entregarse a vivir la experiencia. A fluir y bailar con ella.»

Luego la nota se subtitula «Lo que se nos regala» y continúa el diálogo de esta manera: «usted suele repetir que, para ser agradecidos, es crucial experimentar la vida como un don. Pero muchas veces nos pesa y la sentimos como un deber.

En la sociedad actual, la gratitud es tan lejana o desconocida que nuestras respuestas a la vida se convierten en un deber. Y para que deje de serlo, primero debes ejercitar la gratitud. Tenemos el potencial interior para ser agradecidos, pero para que emerja debemos aprenderlo. La buena noticia es que una vez que lo internalizamos, nos damos cuenta de que todo es un regalo. Hay actitudes que no son naturales en nosotros, pero todos tenemos la capacidad de adquirirla con el ejercicio. Esto ocurre con la gratitud. Igualmente creo que ser agradecidos es algo natural al ser humano, pero nuestra sociedad nos ha educado de otra manera, por lo que debemos reeducarnos. Si no tuviéramos la presión social seriamos naturalmente agradecidos. Los niños más pequeños confían en la vida y son felices. A medida que crecemos sentimos que siempre hay algo nuevo que necesitamos y esto bloquea el gozo.

¿Tiene días en que le cuesta ser agradecido? ¿Qué hace para volver al eje?

Por supuesto. En muchas ocasiones. Por ejemplo, cuando suena el despertador por la mañana, mi reacción espontánea es: “Ah no”. No recuerdo algún día de mi vida que me haya sentido agradecido por la alarma. Estoy molesto. Me resisto a lo que toca. Pero muchas veces encuentro el remedio: la automotivación. No me gusta levantarme de la cama, pero me recuerdo qué bendición es poder contar con mis piernas para hacerlo. Y para superar mi queja o disgusto, hago la promesa de alegrar el día a alguien. Reconozco que esta oportunidad es un regalo por lo cual puedo estar agradecido.

Otro ejemplo: es una tarde hermosa de primavera y estoy esperando el momento dorado del atardecer para hacer un paseo. Salgo y me invade una ola de mosquitos. No puedo caminar así. Siento bronca porque se canceló mi programa. Pero me detengo y pienso: ¿quién lo frustró? Es la vida misma. Y me digo que, la clave es entender que no debo aferrarme a mi objetivo sino interactuar con lo que acontece. Más tranquilo y reconciliado armo un plan B: disfrutar el atardecer desde mi ventana con un buen libro.»

Sin duda testimonios de vida y reflexiones como esta nos conducen a un mundo mejor.

La importancia de los personajes secundarios, de una buena función paterna…

En la liturgia católica, en el cuarto domingo de adviento se reflexiona sobre el Evangelio de Mateo 1, 18-22. En este link lo analiza y lo comenta Luis Casalá. Allí hace referencia al rol de José como «personaje secundario», pero fundamental en cumplir una muy buena función paterna (como protector de Jesús y también de María), como trabajador, con su gran fe, valentía y apertura a los sueños (tuvo cuatro en donde entendió que se manifestaba Dios), y finalmente hace referencia a las casas de María, y su significado.

Ojalá sea de vuestro interés.

 

Una reflexión sobre cooperativismo, distribución del ingreso, democracia y cuestiones conexas

En este blog hemos reflexionado sobre economías democratizadas y sobre la economía cooperativa. En esta nota se han planteado los parecidos de familia del cooperativismo, y en esta se trata sobre la relación entre cooperativismo, distribución del ingreso, democracia y cuestiones colaterales. En lo que se refiere al cooperativismo agropecuario en Argentina se puede ver este artículo.

Esperamos que estos textos sean de utilidad.

 

El Capitán del Pequod y el comportamiento de cierta dirigencia

En esta nota, Alejandro Razé expresa que «el año que viene festejaremos cuarenta años de democracia ininterrumpida. También se cumplirán veinte años de la asunción de Nestor Kirchner y la organización de una nueva versión del peronismo.

En vísperas de esos dos aniversarios la vicepresidenta Cristina Fernández está lanzada a una persecución. Más que con la justicia su gesta se destina a destruir un orden legal. La imagen de sus alegatos evoca al capitán del Pequod, el barco que perseguía a Moby Dick. El capitán Ahab es empujado por un deseo incontrolable de destrucción que no puede aliviar sus cicatrices. En sus argumentos la vicepresidenta naturaliza la idea de que todo es política y que toda política conlleva una porción importante de corrupción. En esa lógica todos los poderes estarían igualados».

Este tipo de enfoques, lamentablemente, nos llevan a una Argentina peor.

PD: Respecto de los temas judiciales, luego de redactada esta nota, el Presidente de la Nación anunció que denunciará penalmente a un grupo de jueces por una reunión en Bariloche en la que habrían participado, mientras que el Ministro de Seguridad de la Ciudad aseguró que su teléfono fue hackeado. Respecto de la trama de este tema es interesante esta nota. Es una noticia en desarrollo, y la Justicia deberá determinar la veracidad de los hechos.